Sabemos que resulta paradójico que un elemento específicamente pensado para barrer, también se tenga que limpiar. No obstante, se trata de una acción imperativa para todos los objetos y rincones que alberga nuestro hogar si queremos un espacio agradable, libro de polvo y de gérmenes y alargar la vida útil de nuestros electrodomésticos.
El elemento central de una aspiradora es el filtro. Este es el que permite atrapar el polvo y los ácaros de manera eficiente y separarlos del aire succionado. Si no lo limpiamos de forma periódica, nuestra aspiradora dejará de funcionar como debería, así que es importante ser diligentes en este aspecto.
Por norma general y según el uso que le des a tu aspiradora, deberás limpiar el filtro cada semana y sustituirlo por uno nuevo cada seis meses.
Si, a pesar de limpiar el filtro y el depósito de tu aspiradora tras cada uso, notas que desprende mal olor, puedes erradicarlo con un sencillo truco.
Una vez tengas la aspiradora desenchufada, retira todos sus elementos: filtro, depósito, bolsa, mangueras, etc. Prepara un barreño con agua tibia, un chorro de vinagre blanco y una cucharada de bicarbonato y limpia las piezas una a una con esta mezcla. Enjuaga, seca con un paño y deja al aire libre durante 24 horas antes de volver a instalar las piezas.